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Cabo Espichel es un promontorio desolado y azotado por el viento, formado por imponentes acantilados de piedra caliza y paisajes áridos batidos por las feroces olas del Atlántico. Este impresionante cabo marca el extremo suroeste de la península de Setúbal, y su naturaleza salvaje ha cautivado a los visitantes durante milenios. Mucho antes de convertirse en un lugar sagrado para el cristianismo, los romanos lo conocían como Promontorium Barbaricum, el “Cabo Bárbaro”, un formidable punto de referencia en los confines del mundo conocido.
En medio de este paisaje inhóspito y agreste se encuentran varios lugares de interés fascinantes, como una iglesia de peregrinación, un imponente faro y dos yacimientos de huellas de dinosaurio. Una serie de pintorescos senderos costeros serpentean por las cimas de los acantilados, en dirección norte hacia las playas solitarias de la Costa da Caparica.
Cabo Espichel es un destino fantástico si aprecias la belleza de la naturaleza en estado puro, y es una excursión muy agradable desde Sesimbra o como parte de una escapada de un día desde Lisboa.
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Además de los paseos por la costa y las vistas al océano, los cuatro principales atractivos de Cabo Espichel son:
El Santuario de Nossa Senhora: un complejo religioso del siglo XVIII con dos distintivas hileras de hospederías, construidas para los peregrinos que llegaban a Cabo Espichel.
El Faro de Cabo Espichel: el potente faro que ilumina este peligroso promontorio.
La Ermida da Memória: una diminuta capilla construida en el lugar de una supuesta aparición de la Virgen María (Nossa Senhora), que fue un importante destino de peregrinación.
La Pedra da Mua y los Lagosteiros: dos conjuntos de huellas de dinosaurio que han quedado al descubierto en los acantilados.
Las huellas de dinosaurio de Lagosteiros: si no sabes qué buscar, es muy fácil pasarlas por alto.
Una visita a Cabo Espichel no te llevará demasiado tiempo.
En una hora puedes ver sin problema la iglesia del Santuario de Nossa Senhora, la capilla de la Ermida da Memória y el faro, que está a diez minutos a pie de la capilla.
Desde la iglesia se tarda unos 20 minutos (ida y vuelta) en llegar a las huellas de dinosaurio de Lagosteiros. Esta ruta pasa por el único lugar seguro desde donde se pueden observar las huellas de la Pedra da Mua, situadas en la pared de un acantilado bajo la Ermida da Memória. Una visita de dos horas es tiempo suficiente para verlo todo.
Una parada breve (menos de 20 minutos) basta para contemplar el Santuario de Nossa Senhora y los acantilados, lo cual es ideal si vienes como parte de un tour o utilizas el limitado servicio de autobuses.
Si el calor, el frío o el viento aprietan, cerca de la iglesia de Nossa Senhora encontrarás una agradable cafetería (I Love Espichel), donde podrás tomar algo y probar la cocina casera tradicional portuguesa.
Para alargar la visita, puedes recorrer el sendero de las Maravilhas do Cabo (ruta PR2-SSB) o caminar por los acantilados hasta la solitaria Praia das Bicas (encontrarás más detalles al final del artículo).
A continuación se muestra un mapa interactivo de los lugares de interés del Cabo Espichel. Nota: aleja el zoom para ver todos los marcadores
Lugares de interés: 1) Santuario de Nossa Senhora 2) Ermita da Memória 3) Casa dos Círios 4) Casa da Água 5) Faro de Cabo Espichel 6) Pedra da Mua (huellas de dinosaurios) 7) Lagosteiros (huellas de dinosaurios) 8) Maravilhas do Cabo (ruta de senderismo) 9) Praia das Bicas 10) Praia do Meco 11) Lagoa de Albufeira
El extremo suroeste de la península de Setúbal es una de las zonas menos visitadas de la región de Lisboa, pero tiene muchos otros lugares interesantes para completar la excursión de un día.
Al norte de Cabo Espichel se encuentra la preciosa Praia do Meco, una playa maravillosa siempre que no sople el viento. Siguiendo la costa, llegarás a la Lagoa de Albufeira, una apacible laguna que se abre al océano y forma una playa única que da tanto a la laguna como al mar. La Lagoa de Albufeira es una de las joyas ocultas de la región de Lisboa.
Al este de Cabo Espichel se sitúa la encantadora localidad costera de Sesimbra y la ciudad portuaria de Setúbal. Entre ambas se extienden las colinas de la Serra da Arrábida y la pintoresca carretera N379.
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Los remotos y espectaculares acantilados de Cabo Espichel han inspirado desde siempre una sensación de asombro y reverencia. Durante siglos, este fue un lugar de poderosas supersticiones y encuentros espirituales que finalmente dieron origen a uno de los cultos religiosos más importantes de Portugal: el de Nuestra Señora del Cabo Espichel.
Mucho de esta mística se debe a su geología. Todo el promontorio es un paisaje kárstico, una meseta de piedra caliza que el agua de lluvia ha ido disolviendo lentamente a lo largo de millones de años. Este proceso ha creado una red de dolinas y cuevas marinas, lo que confiere a la zona un aire de misterio que la convirtió en terreno fértil para las leyendas.
La transformación del cabo en un importante destino de peregrinación se debe a una serie de leyendas milagrosas. La más famosa, la de la mula gigante, es en realidad el segundo capítulo de la historia.
El milagro fundacional se remonta al siglo XII y relata dos mensajes divinos distintos. Un anciano de Caparica se sintió atraído hacia la costa por una luz misteriosa que brillaba en la base de los acantilados. Allí descubrió un icono sagrado de la Virgen María oculto en una cueva marina, a la que le era imposible acceder solo. Al mismo tiempo, una anciana de Alcabideche, al otro lado del estuario del Tajo, tuvo un sueño muy vívido que le indicaba que debía viajar a ese mismo lugar.
Los dos desconocidos se encontraron en lo alto del acantilado y compartieron sus extraordinarias historias. Con la ayuda de los pescadores locales, finalmente pudieron recuperar el valioso icono de la cueva. Para honrar el milagro y albergar la imagen sagrada, se construyó la pequeña Ermida da Memória (Capilla de la Memoria), justo en el lugar donde se habían encontrado.
Siglos más tarde, a medida que la fama del lugar crecía, tuvo lugar una segunda y más espectacular visión en 1410. Una aparición de la Virgen María fue vista emergiendo del océano, montada en una mula gigante que trepó por los acantilados de pendientes increíblemente empinadas antes de desvanecerse junto a la Ermida da Memória.
Sorprendentemente, las huellas dejadas por esta mula gigante existen y todavía pueden verse hoy en día. En realidad, son las huellas fosilizadas de un enorme dinosaurio saurópodo, que hoy conforman el yacimiento de huellas de la Pedra da Mua. Esta reinterpretación de la geología como un suceso divino fusionó la historia espiritual y prehistórica del cabo, convirtiéndolo en un lugar de inmenso asombro y devoción durante los siglos venideros.
Se decía que la mula había trepado por estos acantilados hasta la pequeña capilla situada en la cima.
Impulsada por las leyendas de milagros, la fama de Cabo Espichel creció exponencialmente. La diminuta capilla original pronto se quedó pequeña, por lo que, el rey Pedro II ordenó en 1701 la construcción de un nuevo y magnífico complejo para acoger a los miles de devotos peregrinos. Así nació el Santuário de Nossa Senhora do Cabo Espichel.
El corazón espiritual del santuario es la iglesia de estilo barroco, cuyo sobrio exterior esconde un interior asombrosamente ornamentado, célebre por su precioso techo pintado que representa la Asunción de la Virgen María.
Sin embargo, el rasgo más notable del santuario son las dos enormes alas simétricas que flanquean la iglesia. No se trataba de simples albergues, sino de la Casa dos Círios (la Casa de los Peregrinos). En su apogeo, la peregrinación a Cabo Espichel era un gran acontecimiento social y económico, organizado en torno a cofradías de todo Portugal conocidas como Círios . Cada grupo viajaba durante días, con sus propios estandartes y tradiciones, y se quedaba en el cabo durante semanas.
La Casa dos Círios funcionaba como una pequeña ciudad autosuficiente. A cada cofradía se le asignaba su propia zona de aposentos, equipada con cocinas, hornos de leña y establos. Durante siglos, esta aislada cima de acantilado bullía de vida, transformándose de un paraje desolado en un vibrante lugar de celebración.
Lamentablemente, con la supresión de las órdenes religiosas en 1834, las peregrinaciones llegaron a su fin y los edificios se fueron deteriorando. Hoy, al encontrarte en la plaza silenciosa y azotada por el viento, todavía puedes sentir los ecos de la bulliciosa comunidad que una vez prosperó aquí. Por suerte, en la actualidad se están llevando a cabo importantes trabajos de restauración para preservar estos singulares edificios históricos.
El Santuario de Nossa Senhora
Uno de los mayores desafíos para este bullicioso pueblo de peregrinos era su necesidad más básica: el agua potable. La ventosa meseta de piedra caliza de Cabo Espichel carecía de una fuente fiable. Para solucionar este problema, el rey José I encargó un monumental proyecto de ingeniería en 1770.
Se construyó un acueducto real de varios kilómetros que atravesaba el campo para transportar agua desde un manantial cercano al pueblo de Azóia hasta el santuario. El ornamentado edificio al fondo del patio, la Casa da Água (la Casa del Agua), era el final de esta canalización.
Más que una simple fuente, era una obra de arte en piedra, decorada con el escudo de armas real para dejar constancia de la importancia del mecenazgo de la Corona.
El Faro de Cabo Espichel fue uno de los más importantes de la costa de Lisboa. El extremo suroeste de la península de Setúbal era peligroso para la navegación, ya que había pocas poblaciones importantes que iluminaran la costa, y la región sufre feroces tormentas atlánticas.
El faro original se construyó en 1430, pero la torre actual, de 32 metros, data de 1790. En una noche despejada, su luz puede verse hasta a 35 km (22 millas) mar adentro. El faro sigue en funcionamiento y está cerrado al público.
En los erosionados acantilados de Cabo Espichel se encuentran dos conjuntos de huellas de dinosaurio: las de la Pedra da Mua y las de Lagosteiros.
Las huellas de la Pedra da Mua están incrustadas en los acantilados grises, justo debajo de la capilla de la Ermida da Memória. Fueron dejadas por una manada de saurópodos (colosales dinosaurios cuadrúpedos) e incluyen huellas de crías y la pisada irregular de un animal herido.
Dado que las huellas se encuentran en la pared de un acantilado casi vertical, el único lugar desde donde se pueden ver (a distancia) es el lado opuesto de la cala.
El sendero hacia las huellas de Lagosteiros y el mirador de la Pedra da Mua.
Las huellas de Lagosteiros son mucho más fáciles de ver, aunque menos impresionantes. Se formaron durante el período Cretácico y pertenecen a una manada de dinosaurios terópodos y ornitópodos. Las más interesantes son las de un dinosaurio corriendo.
Dato curioso: los dos yacimientos de huellas de dinosaurio están a solo 400 metros de distancia, pero los separan casi 50 millones de años.
Sin una señalización clara, es muy fácil pasar por alto las huellas de Lagosteiros.
La pequeña capilla de la Ermida da Memória fue un importante destino de peregrinación en los primeros tiempos en Portugal. Fue la capilla ante la cual se desvaneció la aparición de la Virgen María sobre la mula. En su interior, unos azulejos tradicionales azul y blanco representan a la mula y sus huellas. La capilla está cerrada al público, pero los azulejos pueden verse a través de la puerta de cristal.
Dato curioso: la pintura de los azulejos de la Ermida da Memória es, técnicamente, el primer registro conocido en el mundo sobre la existencia de los dinosaurios, aunque en su momento se creyera que se trataba de una mula gigante.
La costa de Cabo Espichel ofrece varias rutas de senderismo. Las dos más populares son la ruta de las Maravilhas do Cabo y el sendero que recorre la costa hasta la Praia das Bicas.
Las Maravilhas do Cabo es una ruta circular de 5 km que pasa por los dos yacimientos de huellas de dinosaurio y la costa desierta al norte de Cabo Espichel. Una ruta alternativa consiste en seguir los senderos costeros hasta la Praia das Bicas, situada a 6 km al norte. Este camino termina en una de las playas más vírgenes y remotas de la región de Lisboa.
El transporte público para llegar a Cabo Espichel es muy deficiente, por lo que siempre es recomendable ir en coche. Hay un aparcamiento grande y gratuito cerca de la iglesia y otro al inicio del sendero de las Maravilhas do Cabo, que conduce a las huellas de dinosaurio.
Las opciones de transporte público son muy limitadas, reduciéndose a una única línea de autobús que sale de la estación de autobuses de Sesimbra. Se trata de la ruta 3205, operada por Carris Metropolitana; el billete sencillo cuesta 2,60 €. Puedes consultar el horario actualizado en la página web de Carris Metropolitana:
www.carris
El autobús de Cabo Espichel esperando en la estación de autobuses de Sesimbra.
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